No todas las personas queremos ni estamos preparadas para vivir nuestros últimos años de vida en una Residencia.
Muchas veces me planteo cómo, dónde y con quién quiero pasar mis últimos años de vida y hay algo que tengo muy claro: No quiero vivir en una residencia de personas mayores tal y como las conozco a día de hoy. Necesitamos buenas alternativas a residencias
En este fin de verano del 2020, tan extraño por la pandemia Covid-19 que ha trastocado nuestra forma de vida, muchas personas nos planteamos la situación de nuestros mayores y si queremos vivir como viven ellos cuando lleguemos a su edad.
En Aragón con una población de casi 1.320.000 habitantes, 286.000 tienen más de 65 años que supone un 22% del total, situándonos en una de las comunidades más envejecidas de España. Como opción al hogar familiar unas 22.000 personas viven en alguna de las 344 residencias de personas mayores que existen en la comunidad. La mayor parte de plazas de estas residencias son para personas con algún grado de dependencia, siendo casi inexistentes las residencias de mayores preparadas para personas no dependientes y que lo único que buscan en estas instituciones es ser atendidas, cuidadas y no estar solos durante todo el día.
A muchos de nosotros nos gustaría seguir en casa, con nuestras cosas, los muebles de siempre, nuestras fotografías y cuadros, con los recuerdos de todo lo vivido en ella, siguiendo nuestras pautas con los horarios de levantar y acostar, de salir de paseo o de compra, de recibir visitas y amigos, sin que nadie nos organice ni gobierne.
¿Qué bien suena, verdad?
Todo esto será posible si seguimos con la misma energía que hasta ahora, con la misma independencia física y psíquica que tenemos en este momento, pero que la realidad nos dice que no estaremos igual dentro de cinco, diez o quince años. La lógica nos dice que necesitaremos ayuda de algún tipo, bien para levantar, para entrar en la ducha, para abrochar la cremallera de un vestido, o bien para salir a comprar o a dar un paseo, incluso para realizar una gestión burocrática en el banco o en el ayuntamiento de nuestra población. Esta ayuda es la que yo quiero tener quedándome en casa. Recibiendo el cuidado, apoyo y acompañamiento de una persona de total confianza. Que aporte lo que yo no llego a hacer, que me cuide respetando mis valores y creencias, que valore mi intimidad tanto como la valoro yo, que tenga una educación y cultura que haga me sienta a gusto, que pueda salir a la calle y cuando alguien nos vea pueda pensar o decirme la suerte que tengo por estar tan bien cuidada y acompañada.
En definitiva, que pueda sentirme tan a gusto con mi cuidador como lo estaría con un buen amigo o un familiar con el que compartes todo.
Para este cuidado confío en Almaimas con todos los servicios que aporta en el cuidado de personas mayores, dependientes o no, enfermos, familiares…en todos los procesos de vulnerabilidad.
Tenemos la seguridad de poder quedarnos en nuestra vivienda, poder adaptarla a nuestras nuevas necesidades. Contratar a una persona profesional en la que podamos confiar, que nos cuide como a nosotros nos gusta.